lunes, 15 de septiembre de 2014

Citas literarias #1: Crepúsculo - Stephenie Meyer (parte 2)

¡Muy buenas noches! Hoy os traigo la segunda parte de las citas de Crepúsculo, espero que las disfrutéis tanto como las primeras. He decidido que las citas de este libro las voy a publicar en tres entradas, porque no quiero dejarme ninguna y si acabo de ponerlas aquí todas va a ser infinita la entrada.

Recordad que seguramente haya spoilers del libro, para que no os llevéis sorpresas desagradables los que no hayáis leído el libro.

¡VAMOS ALLÁ!


Él revela honduras y secretos,
conoce lo que ocultan las tinieblas,
y la luz mora junto a Él.
-Daniel 2:22-


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[...]

Era sorprendentemente difícil concentrarse en la carretera al mismo tiempo que sentía sus ojos clavados en mi rostros. Lo compensé conduciendo con más cuidado del habitual mientras cruzaba las calles del pueblo, aún dormido.
 ¿Tienes pensado salir de Forks antes del anochecer?
― Un poco de respeto ―le recriminé―, este trasto tiene los suficientes años para ser el abuelo de tu coche.
[...] 
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A la luz del sol, Edward resultaba chocante. No me hubiera acostumbrado ni aunque le hubiera estado mirando toda la tarde. A pesar de un tenue rubor, producido a raíz de su salida de caza durante la tarde del día anterior, su piel centellaba literalmente como si tuviera miles de nimios diamantes incrustados en ella. Yacía completamente inmóvil en la hierba, con la camiseta abierta sobre su escultural pecho incandescente y los brazos desnudos centellando al sol. Mantenía cerrados los deslumbrantes párpados de suave luz lavanda, aunque no dormía, por supuesto. Parecía una estatua perfecta, tallada en algún tipo de piedra ignota, lisa como el mármol, reluciente como el cristal.
[...] 
También yo disfruté del sol, aunque el aire no era lo bastante seco para mi gusto. Me hubiera gustado recostarme como él y dejar que el sol bañara mi cara, pero permanecí aovillada, con el mentón descansando sobre las rodillas, poco dispuesta a apartar la vista de él. Soplaba una brisa suave que enredaba mis cabellos y alborotaba la hierba que se mecía alrededor de su figura inmóvil.
La pradera, que en un principio me había parecido espectacular, palidecía al lado de la magnificencia de Edward.
Siempre con miedo, incluso ahora, a que desapareciera como un espejismo demasiado hermoso para ser real, extendí un dedo con indecisión y acaricié el dorso de su mano reluciente, que descansaba sobre el césped al alcance de la mía. Otra vez me maravillé de la textura perfecta de suave satén, fría como la piedra.
Cuando alcé la vista, había abierto los ojos y me miraba. Una rápida sonrisa curvó las comisuras de sus labios sin mácula.
¿No te asusto? ―preguntó con despreocupación, aunque identifiqué una curiosidad real en el tono de su suave voz.
―No más que de costumbre.
Su sonrisa se hizo más amplia y sus dientes refulgieron al sol. 
Poco a poco, me acerqué más y extendí toda la mano para trazar los contornos de su antebrazo con las yemas de los dedos. Contemplé el temblor de mis dedos y supe que el detalle no le pasaría desapercibido.
―¿Te molesta? ―pregunté, ya que había vuelto a cerrar los ojos. 
―No ―respondió sin abrirlos―, no te puedes imaginar como se siente eso.
Suspiró. 
[...]
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―Bueno, ¿por dónde íbamos antes de que me comportara con tanta rudeza? ―preguntó con las amables cadencias de principios del siglo pasado. 
―La verdad es que no lo recuerdo. 
Sonrió, pero estaba avergonzado. 
―Creo que estábamos hablando de por qué estabas asustada, además del motivo obvio. 
―Ah, sí. 
―¿Y bien?
[...] 
―Tengo miedo, además de por los motivos evidentes, porque no puedo estar contigo, y porque me gustaría estarlo más de lo que debería. 
Mantuve los ojos fijos en sus manos mientras decía aquello en voz baja porque me resultaba difícil confesarlo.  
―Sí ―admitió lentamente―, es un motivo para estar asustado, desde luego. ¡Querer estar conmigo! En verdad, no te conviene nada.  
―Lo sé. Supongo que podría intentar no desearlo, pero dudo que funcionara. 
―Deseo ayudarte, de verdad que sí ―no había el menor rastro de falsedad en sus ojos límpidos―. Debería haberme alejado hace mucho, debería hacerlo ahora, pero no sé si soy capaz. 
―No quiero que te vayas ―farfullé patéticamente, mirándolo fijamente hasta lograr que apartara la vista. 
―Irme, eso es exactamente lo que debería hacer, pero no temas, soy una criatura esencialmente egoísta. Ansío demasiado tu compañía para hacer lo correcto.
―Me alegro.
[...] 
―¡No es sólo tu compañía lo que anhelo! Nunca lo olvides. Nunca olvides que soy más peligroso para ti de lo que soy para cualquier otra persona.  
Enmudeció y le vi contemplar con ojos ausentes el bosque. Medité sus palabras durante unos instantes. 
―Creo que no comprendo exactamente a que te refieres... Al menos la última parte. 
Edward me miró de nuevo y sonrió con picardía. Su humor volvía a cambiar.
―¿Cómo te explicaría? ―musitó―. Y sin aterrorizarte de nuevo...
[...] 
―Sabes que todos disfrutamos de diferentes sabores. Algunos prefieren el helado de chocolate y otros el de fresa.  
Asentí. 
―Lamento emplear la analogía de la comida, pero no se me ocurre otra forma de explicártelo. 
Le dediqué una sonrisa y él me la devolvió con pesar. 
―Verás, cada persona huele diferente, tiene una esencia distinta. Si encierras a un alcohólico en una habitación repleta de cerveza rancia, se la beberá alegremente, pero si ha superado el alcoholismo y lo desea, podría resistirse.
»Supongamos ahora que ponemos en esa habitación una botella de brandy añejo, de cien años, el coñac más caro y exquisito y llenamos la habitación de su cálido aroma... En tal caso, ¿cómo crees que le iría?
Permanecimos en silencio, mirándonos a los ojos el uno al otro en un intento de descifrarnos mutuamente el pensamiento. 
Edward fue el primero en romper el silencio. 
―Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muy fácil rehusar el brandy. Quizás debería haber empleado un heroinómano en vez de un alcohólico para el ejemplo. 
―Bueno, ¿estás diciendo que soy tu marca de heroína? ―le pregunté para tomarle el pelo y animarle. 
Sonrió de inmediato, pareciendo apreciar mi esfuerzo. 
―Sí, tu eres exactamente mi marca de heroína. 
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 ―Isabella ―pronunció mi nombre completo con cuidado al tiempo que me despeinaba el pelo con la mano libre; un estremecimiento recorrió mi cuerpo ante ese roce fortuito―. No podría vivir en paz conmigo mismo si te causara daño alguno ―fijó su mirada en el suelo, nuevamente avergonzado―. La idea de verte inmóvil, pálida, helada... No volver a ver cómo te ruborizas, no ver jamás esa chispa de intuición en los ojos cuando sospechas mis intenciones... Sería insoportable ―clavó sus hermosos y torturados ojos en los míos―. Ahora eres lo más importante para mi, lo más importante que he tenido nunca.
[...]
―Ya conoces mis sentimientos, por supuesto. Estoy aquí, lo que, burdamente traducido, significa que preferiría morir antes que alejarme de ti ―hice una mueca―. Soy idiota. 
―Eres idiota ―aceptó con una risa.
Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y estúpido de la situación.
―Y de ese modo el león se enamoró de la oveja... ―murmuró. Desvié la vista para ocultar mis ojos mientras me estremecía al oírle pronunciar la palabra. 
―¡Qué oveja tan estúpida! ―musité.
―¡Qué león tan morboso y masoquista! 
[...] 
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[...]
―Has dormido profundamente, no me he perdido nada ―sus ojos centellaron―. Empezaste a hablar en sueños muy pronto. 
Gemí.
―¿Qué oíste? 
Los ojos dorados se suavizaron. 
―Dijiste que me querías.
―Eso ya lo sabías ―le recordé, hundí mi cabeza en su hombro.
―Da lo mismo, es agradable oírlo.
Oculté la cara contra su hombro. 
―Te quiero ―susurré.
―Ahora tú eres mi vida ―se limitó a contestar.
[...] 
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[...]
Resultó difícil decidir qué ponerme. Dudaba que hubiera libros de etiqueta en los que se detallara cómo vestirte cuando tu novio vampiro te lleva a su casa para que conozcas a su familia vampiro. Era un alivio emplear la palabra en mi fuero interno. Sabía que yo misma la eludía de forma intencionada.
Terminé poniéndome mi única falda, larga y de color caqui, pero aun así informal. Me vestí con la blusa de color azul oscuro de la que Edward había hablado favorablemente en una ocasión. Un rápido vistazo en el espejo me convenció de que mi pelo era una causa perdida, por lo que me lo recogí en una coleta.
―De acuerdo ―bajé a saltos las escaleras―. Estoy presentable.
Me esperaba al pie de las mismas, más cerca de lo que pensaba, por lo que salté encima de él. Edward me sostuvo, durante unos segundos me retuvo con cautela a cierta distancia antes de atraerme súbitamente.
―Te has vuelto a equivocar ―me murmuró al oído―. Vas totalmente indecente. No está bien que alguien tenga un aspecto tan apetecible.
―¿Cómo de apetecible? Puedo cambiar... 
Suspiró al tiempo que sacudía la cabeza.
―Eres tan ridícula... 
Presionó con suavidad sus labios helados en mi frente y la habitación empezó a dar vueltas. El olor de su respiración me impedía pensar. 
―¿Debo explicarte por qué me resultas apetecible?
Era claramente una pregunta retórica. Sus dedos descendieron lentamente por mi espalda y su aliento rozó con más fuerza mi piel. Mis manos descansaban flácidas sobre su pecho y otra vez me sentí aturdida. Inclinó la cabeza lentamente y por segunda vez sus fríos labios tocaron los míos con mucho cuidado, separándolos levemente. 
Entonces sufrí un colapso.
―¿Bella? ―dijo alarmado mientras me recogía y me alzaba en vilo. 
―Has hecho que me desmaye... ―le acusé en mi aturdimiento. 
―¿Qué voy a hacer contigo? ―gimió con desesperación―. Ayer te beso, ¡y me atacas! ¡Y hoy te desmayas! 
Me reí débilmente, dejando que sus brazos me sostuvieran mientras la cabeza seguía dándome vueltas.
―Eso te pasa por ser bueno en todo.
Suspiró.
―Ése es el problema ―yo aún seguía grogui―. Eres demasiado bueno. Muy, muy bueno.
[...]

Y hasta aquí la segunda parte de las citas de Crepúsculo. En unos días subiré la última parte. Siento que sean tan largas las entradas, pero hay demasiadas cosas de este libro que quiero compartir con el mundo jajaja.

¡REED YOU SOON!

3 comentarios:

  1. Hola, te cuento que tienes un premio en el blog-> http://elsecretodelabuenalectura.blogspot.com/2014/10/un-mundo-lleno-de-libros.html

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  2. ¡Hola! Me paso por aquí para decirte que te he nominado a los premios Best Blog y Dardos :)
    http://caminandoentrelibrosblog.blogspot.com.es/2014/10/premios-best-blog-y-dardos.html
    ¡Besos!

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